A veces la vida va tan rápido…

que se nos olvida que tiene un final.

Y es justo en ese final donde, muchas veces, aparecen las verdades más duras.

Hoy quiero hablarte de algo que me tocó profundamente:

Los 5 arrepentimientos más comunes antes de morir.

Lo compartió Emilio Duró en una de sus conferencias, basado en los testimonios reales recogidos por Bronnie Ware, una enfermera de cuidados paliativos que escuchó con el alma lo que muchos dijeron en sus últimos días.

Y te los quiero compartir, pero también reflexionarlos contigo desde la psicología, para que no lleguemos al final de la vida con la sensación de no haber vivido.

1. No haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a uno mismo, no la que otros esperaban de mí.

Qué fuerte, ¿verdad?

Carl Rogers, psicólogo humanista, hablaba de la importancia de la autenticidad.

Él decía que muchas personas viven alejadas de su verdadero yo, atrapadas en un “yo ideal” que no es suyo, sino construido por expectativas ajenas.

Y eso duele.

Porque cuando no vives tu verdad, tu cuerpo lo sabe, tu alma lo siente… y la frustración se acumula en silencio.

2. Haber trabajado demasiado, descuidando el tiempo con la familia y los seres queridos.

Elisabeth Kübler-Ross, psiquiatra pionera en el trabajo con pacientes terminales, decía que al final de la vida, nadie pide que le traigan su currículum.

La gente pide ver a quienes ama.

Porque la conexión humana es lo único que realmente nos sostiene.

Trabajar está bien. Luchar por nuestros sueños, también.

Pero no a costa de la vida que está pasando mientras tanto.

3. No haber expresado lo que sentía.

Aquí entra Brené Brown, experta en vulnerabilidad y conexión emocional.

Ella nos enseña que cuando no decimos lo que sentimos por miedo al rechazo, no evitamos el dolor… lo postergamos y lo intensificamos.

Y muchas veces, lo que más se lamenta no es lo que se dijo… sino lo que se calló.

Decir “te quiero”, “me duele”, “necesito ayuda”…

no es debilidad. Es valentía emocional.

Y esa valentía libera.

4. Haber perdido el contacto con los amigos.

El día a día, las obligaciones, las carreras… nos hacen olvidarnos de esas personas que fueron parte de nuestra historia.

Viktor Frankl, el psiquiatra que sobrevivió a los campos de concentración, decía que el sentido de la vida muchas veces se encuentra en el amor y en los vínculos.

Un amigo es eso: un refugio emocional.

Y perder ese refugio por descuido… duele.

5. No haberse permitido ser más felices.

Este arrepentimiento es quizás el más sutil y el más triste.

Muchas personas viven como si la felicidad tuviera que ganarse.

Como si primero hubiera que sufrir, rendir cuentas, merecerla.

Pero la felicidad es una elección diaria, no una recompensa futura.

Y negártela es una forma silenciosa de abandono.

Estos cinco arrepentimientos… no son para asustarnos.

Son una invitación.

Una forma de decirnos: “Aún estamos a tiempo”.

A tiempo de ser auténticos.

De amar sin miedo.

De trabajar, pero sin olvidarnos de vivir.

De decir lo que sentimos.

Y sobre todo… de elegir ser felices hoy.

Porque la vida no está en el ayer… ni en el mañana.

Está en este instante.

Y depende de ti que no llegue el final con cuentas pendientes contigo mismo.